domingo, 30 de diciembre de 2012

EL FALLO DE LA CORTE DEL 27/12/12 ACERCA DEL PER SALTUM EN LA APELACIÓN DEL ESTADO NACIONAL.-


Perón sostenía que la Justicia debía ajustarse a la Política, ésta a una ideología que tuviese como objetivo el bienestar generál de la sociedad, del colectivo humano. Su pensamiento, según interpreto, era aristotélico, materialista en un sentido marxista y nitzscheano de aceptación de la lucha y las rivalidades que conlleva para el mejoramiento de una comunidad que debía organizarse.
Desdeñaba la supremacía de lo individual, egoista, solipsista, por sobre lo solidario. En este sentido su pensamiento era concluyente. Era además práctico, no fascista sino socialista antiutópico, estaba más cerca en todo caso del Franco de Hendoya que del Hitler de Auschwitz. Era contrario a un liberalismo autoritario como el que se vino practicando en Argentina desde que se lo derrocara en 1955 y hasta las lamentables experiencias que culminaron en el 2001 con el triste gobierno de De la Rúa. Trato de sintetizar, como se comprenderá.
Decía Perón  que la Justicia no venía de Dios ni podía dominar la Política. En realidad daba vuelta los sofismas del liberalismo autoritario que cree que no puede existir una moral sin la garantía del libertinaje. Muchos liberales a ultranza suponen que como la conducta ética o moral se elige no hay que estar obligado a elegirla y que si un gobierno corrige nuestros deslices, nuestros derrapes éticos y morales, es fascista o autoritario.
Esta concepción deja de lado la parte virtuosa del socialismo y, en el caso de la justicia, de la justicia para todos. Así, si muchos grupos monopólicos, poseedores de medios en demasía, que infringen las disposiciones de una ley antimonopólica, han acercado a la AFSCA (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual) sus propuestas de desinversión, procurando ajustarse al marco de la nueva normativa, el fallo de la Corte los deja ridiculizados, con el traste al aire, ya que, contrariando en sustancia el texto del que emitiera en mayo pasado fijando el 7D como fecha máxima para la extensión de la cautelar, el fallo del Juez Federal Alfonso y lo dictaminado por Gils Carbó, sosteniendo que al estar próxima la sentencia de mérito debe continuar la protección precautoria,  dejando para  resolver "sine die" la vigencia de una cautelar contenida en el efecto suspensivo de la apelación por la constitucionalidad de los artículos 45 y 161 de la ley, cuando en vez de ello pudo aceptar el planteo de caducidad de la medida cautelar dejando a la Cámara Federal, cuyos integrantes, justamente recusados por el viaje que les pagara una de las partes en el proceso, el pronunciamiento sobre el fondo de la cuestión, así, repito, si éste fallo de la Corte no lo hizo y dejó que este sólo y prebendario grupo monopólico Clarin quedara protegido en su pretensión de ganar tiempo para que luego de las elecciones parlamentarias y hasta ellas pueda desgastar con sus mentiras, tergiversaciones y sesgada información el prestigio del Gobierno, la Corte, digo, con ello, se puso claramente del lado de ese liberalismo autoritario, se sumó a las trampas y chicanas del grupo. Y esto es lamentable y condenable. Esto da razón a la Presidente cuando afirma que hay que democratizar la Justicia. Hay que hacerlo, en efecto, en procura de que la Justicia tenga que ver con un modelo político de país en el que prime la visión aristotélica primigenia aunque sepamos que la dinámica es materialista, de lucha, destotalizadora, sartreana y foucaultiana. Es decir una Justicia que esté en consonancia con un modelo democrático, pluralista, abierto, antiautoritario, destotalizador, que no procure vigilar y castigar a la masa, al desheredado y paria que vive dentro de su dilatado anonimato para favorecer al puñado de sinvergüenzas que desde hace décadas monopolizan con su sesgada información, manipulan y formatean la subjetividad de las grandes mayorías para que éstas sigan ayudándolos, estólidas y estupidizadas, a detentar sus privilegios seculares y a fabricar la carroña de la que la alimentan para seguir engordando ellos.
Mas allá de las cuestiones técnico jurídicas, la honrosa y justa disidencia de Eugenio Raúl Zaffaroni explicita y hace posible la solución propuesta. Esta Justicia no está a la altura de ésta política y muchísimo menos por encima de su plebiscitada vigencia sino muy por debajo de ella. Deja muchísimo que desear. Entre otras cosas, que desde los ya vetustos y arrogantes bastimentos teóricos que la apoyan y que provienen de ese liberalismo desvergonzado y cínico que se refugia y oblitera en castros medioevales de un rancio corporativismo gatopardista, que deja intactos privilegios y prebendas, se acceda a otra cuyos integrantes, fiscales, defensores oficiales y jueces sean elegidos por la voluntad popular después de exponer sus méritos públicamente ante quienes somos sus justiciables; que se ventilen en debates públicos, orales, actuados y frente a jurados populares las cuestiones a resolver y que deje de ser la engañifa, el simulacro, la parodia de una verdadera justicia que demuestra ser con este fallo vergonzoso.


Amílcar Luis Blanco (Obra "Libertad y Justicia" por Javier Omar Pallás)

UN CAPITALISMO VIRTUOSO. EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DE MARTÍN LUTERO jueves, 29 de marzo de 2012

Este artículo fue publicado por mí el 29 de marzo de 2012, cuando todavía no había abierto este blog. Por su asunto es más propio de este blog que de "Prosas salvajes", por eso ahora le di entrada aquí. Creo que como no toca una cuestión puntual puede leerse todavía ya que atañe, en generál, al capitalismo y constituye una crítica y una opinión sobre la actualidad de esta derivación económica del liberalismo décimo nónico.








Contrariamente a lo sostenido en "El Leviatan" por Thomas Hobbes, "homo homini lupus", "El hombre es el lobo del hombre", en los escritos económicos de Martín Lutero la consigna es "homo homini Deus", porque en tanto trabaja y acumula riquezas debe hacerlo conforme la ética de incluir y repartir y hacerlo, además, equitativamente. Traducido a nuestro tiempo y nuestro lugar en el mundo se trata de un capitalismo ético y humanista, cuyo sentido último finca no, como lo definiera Marx, en la apropiación individual de la acumulación de "plusvalía" por trabajo, que constituye al capital, por una clase privilegiada, sino en la utilización de ese capital en el colectivo o en la comunidad humana dentro de cuyo seno se gesta. Es decir, Lutero plantea una ética económica fundada en la voluntad, aunque su condicionante espiritual y anímico sea la fe. En este sentido su pensamiento se adelanta en el tiempo y viene a coincidir con conceptuaciones de la historia casi contemporáneas acerca del poder y también del sentido ético y humanístico que podría asumir. Una antropología filosófica que partiendo de Nietzsche y aceptando las conclusiones en su "Crítica de la razón dialéctica" de Sartre a Hegel y Marx y las de Heidegger que llevan al pensamiento de Foucault y Deleuze, no ve en la historia del hombre sobre el planeta una dirección teleológica general de avance o progreso sino un trabajo de la voluntad subjetiva particular de cada uno venciendo a la inercia del fatalismo e incluso de las estructuras de poder heredadas, en el caso de Foucault éste llega a definir el poder estatal como pastoral, a la vez individual y conglobante, de un tiempo en el que el dasein heideggeriano debe arrojarse sobre cada posibilidad para conferirle sentido único. La condena de la libertad humana a elegir definida por Sartre en "El ser y la nada", entre el "en sí" y el "para sí" puede resolverse y debería hacerlo en un sentido de no perversión en su nihilización, para contrapesar o equilibrar el absurdo que, en principio, supone la nada como hiato óntico.- El trabajar para la comunidad, para todos, con un sentido de solidaridad que tienda al enriquecimiento mutuo y recíproco y excluya la explotación del hombre por el hombre o el aprovechamiento de su ligereza, inexperiencia o su eventual situación de desesperación y pobreza, supondría una neutralización en acto de esas acciones que guían otras acciones originadas en los grupos dominantes y que constituyen en esencia el cómo del poder según la caracterización de Foucault. La abominación de la usura y de toda acumulación espúrea de valores forma parte de esa estimación para la acción. También la exaltación de la inversión y aplicación constante de esa riqueza para la producción de bienes y servicios tendientes a satisfacer una creciente demanda, identificándola con el evangélico milagro de la proliferación de los panes y los peces que Jesucristo repartiera entre su desbordante auditorio. El dinero concebido como felicidad proveniente de una concepción ética que inspira una acción práctica que construye día a día y ademas sostiene su voluntad óntica y estética. El saber como poder y construcción de verdad en el sentido que Foucault le atribuye a partir de una convicción moral previa proveniente de la revelación divina en el caso de Lutero, realizaría una síntesis de acción que vendría a enriquecer y conferir sentido a la organización económica postulada a partir del liberalismo. La lucha y el enfrentamiento bélico o político entre individulos o grupos de individuos por el poder, neutralizándose o disolviéndose en el credo de la voluntad ética sería un horizonte practicable para la política desde lo que ella induce en la comunidad como valores. Esto es Lutero. En el siglo XVI cuando comienzan a proliferar con Erasmo de Roterdam y Tomas Moro en Inglaterra los pensamientos que después serían desdeñados como utópicos, ante el extravío y la desorientación que suele demostrarse actualmente en las políticas y en las economías sobre todo en el occidente neoliberal y "cristiano" resultan, por lo menos, memorables las conceptuaciones de Martín Lutero respecto de la riqueza y deberían ser revalorizadas y tomadas en cuenta, incluso a la luz de los pensamientos producidos durante las dos últimas centurias.-




Amilcar Luis Blanco
Desde luego que Lutero fue un adelantado a su tiempo y que sus postulados en materia económica deberían ser tomados en cuenta incluso en nuestros días, para que la gente tomase conciencia de que el bien colectivo debería primar sobre el bien individual, pero, desgraciadamente, el egoísmo prima sobre la filantropía...

Muy buen artículo, mi querido Amílcar, mi enhorabuena por él y mis mejores deseos para este blog que recién inauguras.

Besos.
ERO.-















miércoles, 14 de noviembre de 2012

EL PRIMITIVISMO DE LOS MEDIOS.- (Reflexiones acerca del 8N)











                                                 Karl Gustav Jung, en el prólogo al “Ulises” de Joyce, escribió: “Desde la alta atalaya de la historia todavía estamos en la edad media”. El grupo monopólico de medios de comunicación gráfica y audiovisual “Clarín” está  en un estadio anterior y no cesa en su tarea de hacer retroceder e intentar hacernos retroceder a todos a ese estadio. Es el de las familias romanas de los siglos anteriores a nuestra era, cuyos símiles actuales son los de las mafias, que imponían sus criterios de conducción a las demás familias que conformaban su gens y lo hacían extensivo al resto de las gens que estructuraban la tribu y en definitiva a las tribus que constituían la ciudad. Por último la Roma imperial diseminaba su dominación en toda la cuenca del mediterraneo a partir del criterio de un puñado de “pater familiae” que se reunían en el antiguo Senado. Este particular sistema de dominación y dirigencia, que globalizaba el mundo conocido hace más de dos mil años y que llega hasta nosotros en esa forma de memoria colectiva que es la ciencia histórica se repite hoy, con ligeras variantes debidas al desarrollo de la ciencia y la técnica, desde el seno de las corporaciones monopólicas que rigen diferentes rubros de las economías nacionales pero que tienen puesta su conciencia de información, saber y difusión de ese saber, el cual es poder según la caracterización de Michel Foucault, precisamente desde los monopolios mediáticos e informáticos que colonizan las subjetividades de las masas humanas, destinatarias predominantemente pasivas de sus mensajes, hasta el último rincón de la porción de planeta que llamamos occidente.-
                                                   Ellos imponen a las mentes, individual y colectivamente, los contenidos de todo tipo que las motivan y movilizan; es decir las estructuras de libertad existencial que ellas desean y producen, con el acompañamiento incluso de esa ilusión de libertad que suele hacerlas verosímiles para quienes las actúan sin advertir éstos últimos que están siendo manipulados y utilizados. El mundo que imaginara Orwell en “1984” y Franz Kafka en “El Castillo” ha llegado y proyecta su siniestra, sombría e inescapable fantasmagoría, aún de modo ilusorio y deletereo, sobre cada uno de nosotros. Siguiendo a Sartre podría decirse que nuestras conciencias en continua interacción con los valores, obstáculos, objetos, sujetos, a los que trascendemos constantemente en ejercicio de una libertad a la que estamos condenados, deben ocuparse de actualizar motivaciones y móviles, es decir, horizontes o fronteras, que nos son puestos por delante por esos medios monopólicos, los cuales operan unilateralmente y, por supuesto, siempre, a favor de sí mismos, es decir, de sus intereses corporativos y sectoriales y que gestan, además, la ilusión de que somos nosotros quienes elegimos qué leer, qué vestir, qué comer, qué destinos vacacionales frecuentar, a quién votar para que nos gobierne, etcétera, cuando en realidad estamos atrapados en un alrededor o circuito omnipresente que nos circunda como una atmósfera insuperable en la que siempre “ellos” son los elegidos a través de lo que eligen para nosotros. Hablamos un lenguaje de “neohabla” en cuyos textos y discursos  los hechos realmente sucedidos, las catástrofes y holocaustos padecidos, las dolorosas verdades, tienden a ser borradas de las memorias individuales y de los imaginarios colectivos y reemplazadas por las mentiras, subvaloraciones, desvalorizaciones, sesgos, tergiversaciones y construcciones que realizan los medios; una verdad elaborada, cargada de mala fe, que nos envuelve con más levedad y sutileza que una telaraña. Esto nos convierte, de algún modo, cuantitativa y cualitativamente considerados, en seres unidimensionales al estilo de los que definiera Herbert Marcuse. Las medidas y dimensiones de nuestros sueños y deseos marchan en el sentido en que estos medios formateadores de nuestras interioridades e integridades psíquicas quieren que marchen, en la dirección y el sentido que ellos postulan,  propalan y, en definitiva, imponen.-
                                                    Las manifestaciones masivas, mas o menos numerosas, convocadas a través de las redes sociales de internet y de medios gráficos y audiovisuales, ocurridas en diferentes ciudades del país el 8 de noviembre pasado, constituyen una buena prueba, una viva muestra de lo que digo. Gentes que repetían y repiten como loros consignas, denostaciones, juicios de valor, clishes de pensamientos, emitidos por esos medios cuando una periodista, Cinthia García, los interrogaba acerca de las razones o motivaciones que habían tenido para acudir a las convocatorias y que, además, sacaban a relucir como móviles para su accionar, odios, resentimientos, rencores, fastidios, inoculados en sus conciencias por esos medios masivos pero que, en la enorme mayoría de los casos, les son completamente ajenos.
                                                     Hubo, por ejemplo, entre quienes fueron indagados, una mujer, ama de casa, cuya preparación y sus medios económicos la revelaban como una persona cuya vida no se desenvolvía más allá de su casa,  sus compras y tareas domésticas, que se deshacía en insultos contra el secretario de comercio interior y exterior, Guillermo Moreno, a quien no había conocido ni tratado en su vida, ni era o  es presumible que trate jamás¿Cómo podía hablar así de él; alguna vez ella, acaso, se había cruzado con el funcionario porque tuviese que importar o exportar algún producto? No, sus opiniones no sólo eran las de alguien que lo ignoraba todo respecto del señor Moreno, sino también las de alguien que ni siquiera estaba medianamente calificada para hablar acerca de la gestión del secretario, ya que sus quehaceres cotidianos la alejaban y alejan casi antitéticamente de esa posibilidad, pero no de la de leer de ojito algún suelto de Clarín o escuchar algunas de las tantas emisoras de radio y/o televisión que demuelen insistentemente la imagen del funcionario.-
                                                     Y esto se repetía con cada entrevistado ¿Cómo puede, entonces, no exigirse terminar con este tipo de dominaciones,  poner en vigencia de una buena vez por todas, la ley de servicios de comunicación audiovisual, para, por lo menos en este rubro, quebrar la hegemonía del monopolio y asegurarnos la concurrencia plural de las opiniones sectoriales que, no ocultándonos desde qué intereses hablan, nos permitan pensar y formar un criterio propio a partir del conjunto de verdades relativas que todos encarnamos para poder vivir en auténtica libertad?
                                                     Para citar a otro filósofo enorme del siglo XX, Martín Heidegger, debemos decir con él: “ … en verdad sucede que todavía no pensamos …”
                                                      Las motivaciones para las manifestaciones, según los sondeos hechos a los concurrentes, fueron: la oposición a la re-reelección de Cristina Fernández de Kirchner y a una posible reforma constitucional para lograrlo; la inseguridad; la corrupción; la inflación y el retraso en el tipo de cambio; también lo que denominan como cepo al dólar. Todos estos temas han sido agitados por los medios. Quienes son espectadores, oyentes y lectores de estos medios y repiten como letanías los catecismos aprendidos, los plantean como tópicos genéricos y con formulaciones tan anodinas e insípidas que sería imposible, por su oquedad puramente retórica, que no llegasen a formar parte de cualquier plataforma política tanto de centro derecha como de centro izquierda sin otorgarle singularidad a ninguna. En estas manifestaciones, salvo algunos trasnochados y fanáticos opositores, cuyos sentidos críticos han sido anulados o directamente quemados por los medios, los reclamos por falta de libertad de expresión o reunión, antes tan frivolamente esgrimidos, han cedido o han sido prolijamente ocultados por los medios masivos para que no se desnude lo fatuo,  insincero e insustancial de sus discursos o para no caer en el absurdo, la ridiculez o el disparate, en los que ya han incurrido innumerables veces dando pie a justificadas descalificaciones desde el oficialismo.
                                                    También se han silenciado e invisibilizado las agresiones físicas y los insultos a periodistas de medios oficialistas y, aún, pertenecientes al conglomerado del grupo Clarín.-
                                                          Lo que mejor y con mas esmero han encubierto o disfrazado ha sido, por parte de los grupos de clase alta, clase media alta, y directivos de las corporaciones mediáticas, que han estado detrás organizando las paradas, que nada han tenido de espontaneidad, ha sido su oposición al cumplimiento de la obligación de desprenderse de emisoras radiales y televisivas por parte del grupo Clarín. Saben que, en este terreno, el liso y llano incumplimiento de la ley resulta dificilmente defendible, aún para quienes han sido en estas manifestaciones orquestadas por ellos sus utilizados acompañantes.- De todos modos, por el nuevo “modus operandi” gestado este 8 de noviembre pasado, que ha superado en número y resonancia al del 13 de septiembre último, trasuntan su inveterada picardía, sus trucos de prestidigitadores y sus procedimientos de sutileza maquiavélica para no perder la parte del león que vienen usufructuando con su posición dominante en el mercado de los medios y en la subjetividad de las masas.
                                                        Y toda esta parafernalia eufemística tiene un propósito estratégico: presentarse como moderados  demócratas de centro izquierda para tratar de que el gobierno quede como derechoso y fascista. Por muchos trasvestimos y enmascaramientos y silencios e invisibilizaciones, trampas, tergiversaciones y mentiras que utilicen, su monstruosidad y primitivismo es ya inocultable y deberán correr a esconderse cuando la verdadera Democracia vuelva a conquistar la pluralidad de las multitudinarias voces que la componen y le dan vida y ellos queden en la historia como un cascarón vacío.-


Amílcar Luis Blanco

lunes, 15 de octubre de 2012

"Poderoso caballero es Don Dinero..." o ¿hay algo más?




























Este verso de Quevedo, con la pregunta agregada, vuelve a la conciencia crítica de quienes, como el suscripto, tratan de entender las motivaciones del Grupo Clarín para negarse a presentarle a la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) su plan de desinversión ¿Acaso los tenedores de las acciones del grupo verían sensiblemente disminuidos sus valores y rentabilidades si se contentaran con un número razonable, enmarcado en la permisión de la ley, de emisoras de radio y televisión? ¿Acaso, lo que obtuviesen con las ventas de estas estaciones no podría mantener igualmente abultados sus activos? ¿Serían tan escasos los que se interesasen en adquirirlas? Las respuestas a estos interrogantes, con sus más y sus menos, no llevan necesariamente a suponer un empobrecimiento significativo para los beneficiarios del grupo.
Lo que parecería surgir con nitidez de semejante actitud es que lo que el conglomerado de capitales privados deplora perder es el poder, el dominio que viene ejerciendo sobre subjetividades y voluntades no sólo de quienes compran los productos de sus avisadores sino también de políticos, empresarios y, lo que es más grave, sobre los tres poderes u órganos del Estado de Derecho, es decir, sobre las instituciones integradas por los representantes votados por todos nosotros, por el conjunto del pueblo, de la comunidad política que formamos, desde la presidenta y sus ministros hasta todos y cada uno de los diputados, senadores y jueces, desde el Jefe de la Corte Suprema hasta cualquier juez de paz de modestísima competencia. Esto vale también para los gobiernos de las provincias. Se trata, en todos los casos de desinstitucionalizar el país, permítaseme el feo neologismo.
Y esto lisa y llanamente significa despotenciar, desenervar el poder que el pueblo comunica a sus autoridades; implica también desmoralizar o desarmar la ética y la fe públicas, quitar honor y dignidad, fragilizar, vulnerar, dejar indecorosamente inermes a quienes confían en vehiculizar su ascenso social dentro de los mecanismos y la relativa permeabilidad que ofrecen al conjunto social esas instituciones.Conlleva también la obscena consecuencia de convertir a los políticos en tristes payasos, y, en los mejores casos, aunque se amparen en eufemismos para ocultar el pánico de que lo peor les suceda en cuanto a la mostración de sus imágenes públicas, en pusilánimes sirvientes de sus intereses sectoriales, ya que de otro modo podrían ver menoscabadas las notoriedades que necesitan si los medios  los invisibilizan y hacen desparecer con su incontrastable poder cuantitativo que, a fuerza de propalar y repetir, convierten en una letanía cotidiana tan adormecedora de las conciencias como los rezos de los acólitos en la edad media.
Parejamente importa asimismo anemizar, debilitar, las posibilidades de crecimiento económico y distribución equitativa del ingreso, de la riqueza que se produce entre todos porque ellos monopolizan la voz y la imagen y las ganancias que la publicidad procura en el negocio de la comunicación.
Esta práctica abusiva del capitalismo de explotación que llevada a su extremo desemboca en posiciones dominantes en el mercado de la información, la opinión y la propaganda, se vuelve paradójicamente en devoradora de todas las libertades que dice defender. En primer lugar de la libertad de conciencia y después de las demás libertades como las de expresión y reunión ¿Quién en efecto que no tuviese a disposición un cierto poder económico o la posibilidad de decir sus verdades en una emisora de radio o televisión con la que se sintiese afín podría opinar fuera, al margen o en contra de lo que quiere y dicta el monopolio mediático? ¿Pueden los obreros, operarios, empleados del Grupo Clarín alzarse contra sus autoridades y obtener alguna conquista o tan siquiera mantener indemnes sus derechos como trabajadores?
Aunque los empleados, impropiamente denominados periodistas independientes de este leviatán del privilegio, de éste Goliat de la mentira, se victimicen constantemente y traten de bañarse en los principios que vienen desde la revolución francesa del siglo XVIII como en aguas bautismales, lo cierto es que tanta fingida inocencia, tanto rasgarse las vestiduras, tanta hipocresía desenfadada, tanto desvergonzado cinismo, desnuda y desoculta palmariamente el horrendo monstruo que pretende devorarnos a todos y que, aún si lo lograra, terminaría devorándose a sí mismo.-

Amílcar Luis Blanco 


lunes, 24 de septiembre de 2012

LOS SIRVIENTES DEL ODIO AJENO

                                                          

                                                         Hay quienes odian sin tener razones para odiar, sin motivos o intereses que, existentes en la realidad, los justifiquen. Es comprensible que las minorías que pueden perder privilegios y prebendas batallen por sus fueros, intriguen, mientan, insulten, agredan en modo ostensible o aún encubierto porque están defendiendo lo que consideran que les pertenece. Digamos que hay entonces un grado de comprensibilidad que acompaña dichos y acciones aunque al resto de la comunidad, a quienes no pertenecemos a esas minorías, pueda parecernos reprobable y hasta abominable muchas veces lo que hacen y dicen.
      
                                                           Lo que resulta de todo punto de vista incomprensible es que aquéllos que no son titulares, ni por asomo, ni lejanamente, de esos privilegios, prebendas o intereses sólo accesibles a aquéllas minorías que, como bien señalara Arturo Jauretche, viven embriagadas de rencor y defendiendo con uñas y dientes sus patrimonios, se sientan hermanados, unidos, a sus opulentos prójimos, casi siempre patrones, jefes, directores, dueños de sus vidas y escasas haciendas.

                                                          Podría reconocerse que entre esta vasta legión de admiradores de la riqueza y sus afortunados poseedores hay quienes, siendo empleados, obreros, operarios y trabajadores que contribuyen a engrandecerla, optan por defender su pan y su medio de vida y, entonces, se consideran integrados a un complejo social entre el capital y el trabajo del que no podrían desprenderse sin quedar desamparados y también, en estos casos, hay plena justificación para actitudes que procuran integrarse y ser solidarias con los dueños del capital, ya que, en estos casos, lo razonable es luchar por una integración equitativa, por una composición de intereses que mantenga a unos y otros en una comunidad armónica y organizada que garantice la vida de todos. Tal es, nos parece, el propósito de este Gobierno democrático que media, a través de los convenios colectivos gestados en paritarias reuniones entre empresarios y trabajadores la equidad en la distribución del ingreso y la inclusión social de todos en el acceso a una riqueza que es el producto del capital y el trabajo.

                                                          Pero quienes odian desde sí mismos al Gobierno, al Estado de Derecho, a la Democracia, instituciones todas integradas por nuestros representantes surgidos del voto popular mayoritario y adoptan consignas que no están originadas en una situación personal de injusticia sino en frívolos reclamos en defensa de posibilidades que están fuera del alcance de sus bolsillos como ahorrar en dólares, viajar frecuentemente a Europa o Estados Unidos, vivir en un country o hacer crecer ganancias millonarias, están golpeando cacerolas, gritando, insultando, apostrofando, en suma, odiando a quienes han sido elegidos por la voluntad popular, sin ninguna razón o motivo que los habilite o los justifique; están haciendo suyos intereses de otros, están contribuyendo a fortalecer posiciones que no son las que ellos mismos ocupan dentro de la comunidad política y es cierto, por lo mismo, que no advierten lo desnudos y desamparados que están y cómo se han convertido en esclavos y sirvientes del odio de los privilegiados. Animadversión ésta que, sin duda, les es completamente ajena.

                                                                   ¿Podemos apoderarnos de un odio que nos es ajeno, no nuestro, sino de aquéllos que aquilatan sus motivos para el rencor en esos cambios de época, en una evolución del pensamiento y la acción que los va despojando de una situación de poder y privilegio que el devenir y las transformaciones van tornando anacrónica? Porque de eso se trata, de no apropiarnos del odio ajeno. Si ni siquiera somos dueños de nuestra propias antipatías es porque tampoco sabemos ni sentimos quiénes en realidad y verdaderamente somos. Yo no puedo ni debo sentir el odio de otro sin convertirme en el otro. Pero ese otro es un remedo de sí mismo en mí. No es integralmente el otro porque para serlo debería también poseer los bienes materiales que el verdadero otro, el que justificadamente odia desde sí, posee. De modo entonces que al asumir y hacer nuestro el odio de otro nos transformamos en un remedo, en un anémico fantasma o "alter ego" de ese otro que no somos. La aspiración a mejorar, a tener lo que el otro tiene, puede alimentar una ambición legítima, pero lo que no puede es canalizarse imitando o mimetizándonos con su odio.

                                                         Esta mimetización con el odio ajeno, este lavado de cerebros, este esmerilado y esterilización de las capacidades críticas sobre quienes escuchan y miran sus cientos de propaladoras es el que, diariamente, como la gota de agua que horada la piedra,    vienen  realizando los medios de información monopólicos que protegen sus propios intereses y los de sus también monopólicos anunciantes y avisadores. Es deseable que, llegado el 7 de diciembre próximo, la Autoridad Federal de los Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), aplique, sin timideces ni cortapisas, con toda firmeza, los instrumentos ejecutivos, eficaces, eficientes, para terminar con la posición dominante que vienen ejerciendo desde hace décadas los monopolios mediáticos en los servicios de información audiovisual. Es un reclamo casi unánime, por lo menos sobradamente mayoritario, del Pueblo para recuperar la salud psíquica y contribuir a mantener intactas las capacidades críticas, la selectividad subjetiva y natural de los componentes de la comunidad. Pluralidad de ideas, de voces, de matices. Verdadera Libertad para que muchos dejen de ser y comportarse como esclavos o sirvientes del odio ajeno.-

Amílcar Luis Blanco 

domingo, 16 de septiembre de 2012

¿QUÉ BUSCAN Y QUÉ PERDIERON LOS MANIFESTANTES DEL 13/09/2012?











                                No es fácil tratar de intuír una respuesta unívoca para el interrogante del título. Y no lo es porque la convergencia de caceroleros con nostálgicos del uno a uno, derechosos, autoritarios e integrantes de una clase media molesta por no contar con un acceso fácil e irrestricto al dólar, así como con desmemoriados cuyas capacidades críticas han sido constante, prolija y meticulosamente lavadas y lijadas por TN, Radio Mitre, los diarios Clarín y La Nación y las quinientas propaladoras de información mentirosa, inventada, sesgada o tergiversada de los monopolios mediáticos, han conformado una inmensa masa inerte,  levantisca, de reacciones espasmódicas y rapsódicas, que repta como un invertebrado y tiende a convertirse en una especie de viscoso plasma, de tentacular metástasis originada en el tumor antifuncional a una verdadera república, a una verdadera democracia, que constituyen las corporaciones del poder y del dinero a partir de su interés sectorial de dominar en forma totalizadora al conjunto de la sociedad.- 
                            
                            En este afán de dominación, de galvanización y totalización de voluntades a como de lugar, sin sentido crítico alguno originado en la razón, la solidaridad o el amor, sino inspirado y motorizado por el miedo y el odio, lo que explica, en gran medida, que voluntades y estados de ánimo tan dispares hayan podido coincidir en este carnaval de esperpentos con todas sus máscaras que exhibió la marcha, se oculta y se mueve la sempiterna intención y voluntad destituyente que asoló la historia argentina desde el fusilamiento de Dorrego en 1828 pasando por los sucesivos golpes que desde la ley Saenz Peña, en 1930, 1943, 1955, 1962, 1966, y 1976, estallaron en las narices de las postergadas mayorías populares.- Todos ellos buscan una unidad y un canal de expresión y realización de políticas que no tienen. Y no tienen ni consiguen esa unidad porque tampoco tienen, ni han tenido nunca, propuestas serias, proyectos viables e inclusivos en pos de los cuales movilizarse en una estrategia coherente hacia una meta elegida.- 

                         Lo que han perdido, que une a "los que han perdido", son esos favores que otorga la desorganización y el desmembramiento de una sociedad a quienes, accidentalmente, por herencia o por azar, vivían y viven y pululan como las bacterias o virus oportunistas en los organismos cuyas defensas bajas permiten la proliferación de esos estados patológicos en que los agentes patógenos prosperan. La derecha insolente ha perdido la aquiescencia de fuerzas armadas que, hoy por hoy, son leales al modelo nacional y popular; la clase media indolente o indiferente que habita en sus nubes ha perdido, como bien lo señala Hernán Brienza, en su artículo de hoy en “Tiempo Argentino” las posibilidades que le otorgaba un dólar fácil para poder viajar a Europa o Estados Unidos y “distinguirse” así del resto de sus connacionales; los políticos han ganado el terror pánico de que los medios monopólicos los defenestren o no hablen de ellos y los invisibilicen y ganan, en cambio, la posibilidad de aparecer opinando en letras de molde y frente a las cámaras o los micrófonos de canales y emisoras de radio de los monopolios para suplir su falta de propuesta con la retórica vacía a que nos tienen acostumbrados. 
                     
                    Sin embargo, en conjunto, para quienes analizamos con sentido crítico esta reunión del inconformismo político desde la perspectiva del que nos parece un modelo nacional, popular, integrador desde el punto de vista social, equitativo en lo que hace a la distribución del ingreso, pensante y con la memoria intacta, estos grupos y sus integrantes, han perdido y siguen perdiendo cada vez más sus valores éticos, sus capacidades críticas, y la coherencia psíquica indispensable para sentirse útiles, valiosos y realizados, lo que equivale a decir que han extraviado también el respeto por sí mismos y la dignidad y el decoro que debería inspirarlos para que puedan crecer en salud y felicidad ayudándose ellos y ayudando a todos.-

Amílcar Luis Blanco

martes, 4 de septiembre de 2012

"El nuevo Estado propiciado por los monopolios"






                                                               El panóptico de Hobbes, resignificado por Foucault, ha sido captado como modelo por el neoliberalismo de un modo sutil y deletéreo. Las grandes corporaciones monopólicas del poder y del dinero, concentraciones omnímodas de empresas que cubren todo el occidente del planeta y aún se proyectan al oriente extremo y al oriente medio, no propician ya un estado prescindente, gendarme, como el que soñaron Adam Smith o David Ricardo, en el que las fuerzas del mercado se desenvolvían procurando el edén de la competencia perfecta, ahora, el utopismo concreto y material de esta ideología, que sabe más de pragmatismos que de ideales, procura un Estado instrumento, vehículo, que pueda servir a sus fines. Es decir, se trata de que la organización jurídica del poder político juegue a favor de los intereses monopólicos y proporcione la pseudolegitimidad que los grandes grupos necesitan para poder seguir colonizando, manipulando y esclavizando la subjetividad de los grandes conglomerados humanos y así continuar explotándolos, exprimiéndolos e instrumentándolos a su principesco antojo. La referencia al Estado panóptico de Foucault, a "Vigilar y castigar" no es ociosa. El disciplinamiento de los cuerpos, las voluntades, las conductas, las actitudes y expectativas  que los poderosos esperan de las grandes masas y que obtienen y con las que pueden operar se ganan practicando el dominio y la maestría ejemplarizadora  ejercida sobre las conciencias a través del monopolio de la información o desinformación, de la visión sesgada y parcial, cuando no de la mentira. 


                                                                    El gran reinado de los medios monopólicos le ha parecido hoy, a un comentarista tan ponderable y querible, como Victor Hugo Morales desde su programa matinal de radio, algo difícil de conseguir. Es que contra el cumplimiento de las metas fijadas en la ley de medios audiovisuales respecto a la obligación de ceñirse a ella desprendiéndose los grandes detentadores de emisoras de radio y televisión que hoy y desde hace varias décadas ocupan una posición dominante en el mercado de propalación de noticias y opiniones se alzarían a futuro y desde ya, según su parecer, los propios trabajadores de los medios intrumentados por la sugestión que estos propagan sobre sus necesitadas y frágiles aspiraciones y expectativas de conducta, descerrajando sobre ellos toda la batería de sus mentiras los formateadores de subjetividades, empleados más que periodistas, pancistas más que éticos, lo que se justificaría además en un predecible y constante proceso de victimización y en la presumible extorsión con amenazas de anónimos, que ellos blandirían con perfecto sigilo y cinismo, sobre fiscales y jueces para obtener de ellos una prolongación al infinito del cumplimiento de esa ley que compele a la desmonopolización y devolución a la comunidad política de ondas y señales del complejo radioeléctrico para que este se reparta de modo democrático y plural.
                                                                    Proyectos como el 0800 del Ministro de Educación de Macri tendientes a la delación, espionajes y escuchas que afectan a toda la comunidad política, por las cuales el alcalde porteño está procesado, formaciones tendientes a echar de modo violento a los desposeídos que duermen en los espacios públicos, recortes sensibles al presupuesto para educación y salud en la Ciudad de Buenos Aires, campañas políticas sucias dirigidas por el asesor de imagen Durán Barba para degastar la imagen de su adversario político Daniel Filmus, desinterés e incumplimiento de obligaciones contraidas contractualmente respecto de los subterráneos de Buenos Aires por el Gobierno de la Ciudad, dan ejemplo de un Estado instrumento para los negociados de los grandes grupos económicos, a quienes, en ejemplar medida, se les sustrae ahora el manejo de los fondos que provienen de los juicios correspondientes al Poder Judicial de la Nación para derivarlos al Banco de la Nación Argentina. Nada más justo porque como bien los señalara Carlos Heller es la Nación la que paga los sueldos y las jubilaciones de los jueces y no la Ciudad de Buenos Aires, cuyo gobierno y también el de su Banco destinaba y destina el grueso de sus depósitos a préstamos que son para esas grandes corporaciones del poder y del dinero y no para los fines fijados en su carta orgánica de prestar preferentemente al vecino de Buenos Aires.-
                                                             El Estado que propician los Monopolios es aquel del que abominara George Orwell en "1984", el que desnuda Foucault en "Vigilar y Castigar", pero ya en forma desfachatada, desembozada, abominablemente cínica en el peor sentido de esta palabra.-



Amílcar Luis Blanco