domingo, 30 de diciembre de 2012

EL FALLO DE LA CORTE DEL 27/12/12 ACERCA DEL PER SALTUM EN LA APELACIÓN DEL ESTADO NACIONAL.-


Perón sostenía que la Justicia debía ajustarse a la Política, ésta a una ideología que tuviese como objetivo el bienestar generál de la sociedad, del colectivo humano. Su pensamiento, según interpreto, era aristotélico, materialista en un sentido marxista y nitzscheano de aceptación de la lucha y las rivalidades que conlleva para el mejoramiento de una comunidad que debía organizarse.
Desdeñaba la supremacía de lo individual, egoista, solipsista, por sobre lo solidario. En este sentido su pensamiento era concluyente. Era además práctico, no fascista sino socialista antiutópico, estaba más cerca en todo caso del Franco de Hendoya que del Hitler de Auschwitz. Era contrario a un liberalismo autoritario como el que se vino practicando en Argentina desde que se lo derrocara en 1955 y hasta las lamentables experiencias que culminaron en el 2001 con el triste gobierno de De la Rúa. Trato de sintetizar, como se comprenderá.
Decía Perón  que la Justicia no venía de Dios ni podía dominar la Política. En realidad daba vuelta los sofismas del liberalismo autoritario que cree que no puede existir una moral sin la garantía del libertinaje. Muchos liberales a ultranza suponen que como la conducta ética o moral se elige no hay que estar obligado a elegirla y que si un gobierno corrige nuestros deslices, nuestros derrapes éticos y morales, es fascista o autoritario.
Esta concepción deja de lado la parte virtuosa del socialismo y, en el caso de la justicia, de la justicia para todos. Así, si muchos grupos monopólicos, poseedores de medios en demasía, que infringen las disposiciones de una ley antimonopólica, han acercado a la AFSCA (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual) sus propuestas de desinversión, procurando ajustarse al marco de la nueva normativa, el fallo de la Corte los deja ridiculizados, con el traste al aire, ya que, contrariando en sustancia el texto del que emitiera en mayo pasado fijando el 7D como fecha máxima para la extensión de la cautelar, el fallo del Juez Federal Alfonso y lo dictaminado por Gils Carbó, sosteniendo que al estar próxima la sentencia de mérito debe continuar la protección precautoria,  dejando para  resolver "sine die" la vigencia de una cautelar contenida en el efecto suspensivo de la apelación por la constitucionalidad de los artículos 45 y 161 de la ley, cuando en vez de ello pudo aceptar el planteo de caducidad de la medida cautelar dejando a la Cámara Federal, cuyos integrantes, justamente recusados por el viaje que les pagara una de las partes en el proceso, el pronunciamiento sobre el fondo de la cuestión, así, repito, si éste fallo de la Corte no lo hizo y dejó que este sólo y prebendario grupo monopólico Clarin quedara protegido en su pretensión de ganar tiempo para que luego de las elecciones parlamentarias y hasta ellas pueda desgastar con sus mentiras, tergiversaciones y sesgada información el prestigio del Gobierno, la Corte, digo, con ello, se puso claramente del lado de ese liberalismo autoritario, se sumó a las trampas y chicanas del grupo. Y esto es lamentable y condenable. Esto da razón a la Presidente cuando afirma que hay que democratizar la Justicia. Hay que hacerlo, en efecto, en procura de que la Justicia tenga que ver con un modelo político de país en el que prime la visión aristotélica primigenia aunque sepamos que la dinámica es materialista, de lucha, destotalizadora, sartreana y foucaultiana. Es decir una Justicia que esté en consonancia con un modelo democrático, pluralista, abierto, antiautoritario, destotalizador, que no procure vigilar y castigar a la masa, al desheredado y paria que vive dentro de su dilatado anonimato para favorecer al puñado de sinvergüenzas que desde hace décadas monopolizan con su sesgada información, manipulan y formatean la subjetividad de las grandes mayorías para que éstas sigan ayudándolos, estólidas y estupidizadas, a detentar sus privilegios seculares y a fabricar la carroña de la que la alimentan para seguir engordando ellos.
Mas allá de las cuestiones técnico jurídicas, la honrosa y justa disidencia de Eugenio Raúl Zaffaroni explicita y hace posible la solución propuesta. Esta Justicia no está a la altura de ésta política y muchísimo menos por encima de su plebiscitada vigencia sino muy por debajo de ella. Deja muchísimo que desear. Entre otras cosas, que desde los ya vetustos y arrogantes bastimentos teóricos que la apoyan y que provienen de ese liberalismo desvergonzado y cínico que se refugia y oblitera en castros medioevales de un rancio corporativismo gatopardista, que deja intactos privilegios y prebendas, se acceda a otra cuyos integrantes, fiscales, defensores oficiales y jueces sean elegidos por la voluntad popular después de exponer sus méritos públicamente ante quienes somos sus justiciables; que se ventilen en debates públicos, orales, actuados y frente a jurados populares las cuestiones a resolver y que deje de ser la engañifa, el simulacro, la parodia de una verdadera justicia que demuestra ser con este fallo vergonzoso.


Amílcar Luis Blanco (Obra "Libertad y Justicia" por Javier Omar Pallás)

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