martes, 4 de septiembre de 2012

"El nuevo Estado propiciado por los monopolios"






                                                               El panóptico de Hobbes, resignificado por Foucault, ha sido captado como modelo por el neoliberalismo de un modo sutil y deletéreo. Las grandes corporaciones monopólicas del poder y del dinero, concentraciones omnímodas de empresas que cubren todo el occidente del planeta y aún se proyectan al oriente extremo y al oriente medio, no propician ya un estado prescindente, gendarme, como el que soñaron Adam Smith o David Ricardo, en el que las fuerzas del mercado se desenvolvían procurando el edén de la competencia perfecta, ahora, el utopismo concreto y material de esta ideología, que sabe más de pragmatismos que de ideales, procura un Estado instrumento, vehículo, que pueda servir a sus fines. Es decir, se trata de que la organización jurídica del poder político juegue a favor de los intereses monopólicos y proporcione la pseudolegitimidad que los grandes grupos necesitan para poder seguir colonizando, manipulando y esclavizando la subjetividad de los grandes conglomerados humanos y así continuar explotándolos, exprimiéndolos e instrumentándolos a su principesco antojo. La referencia al Estado panóptico de Foucault, a "Vigilar y castigar" no es ociosa. El disciplinamiento de los cuerpos, las voluntades, las conductas, las actitudes y expectativas  que los poderosos esperan de las grandes masas y que obtienen y con las que pueden operar se ganan practicando el dominio y la maestría ejemplarizadora  ejercida sobre las conciencias a través del monopolio de la información o desinformación, de la visión sesgada y parcial, cuando no de la mentira. 


                                                                    El gran reinado de los medios monopólicos le ha parecido hoy, a un comentarista tan ponderable y querible, como Victor Hugo Morales desde su programa matinal de radio, algo difícil de conseguir. Es que contra el cumplimiento de las metas fijadas en la ley de medios audiovisuales respecto a la obligación de ceñirse a ella desprendiéndose los grandes detentadores de emisoras de radio y televisión que hoy y desde hace varias décadas ocupan una posición dominante en el mercado de propalación de noticias y opiniones se alzarían a futuro y desde ya, según su parecer, los propios trabajadores de los medios intrumentados por la sugestión que estos propagan sobre sus necesitadas y frágiles aspiraciones y expectativas de conducta, descerrajando sobre ellos toda la batería de sus mentiras los formateadores de subjetividades, empleados más que periodistas, pancistas más que éticos, lo que se justificaría además en un predecible y constante proceso de victimización y en la presumible extorsión con amenazas de anónimos, que ellos blandirían con perfecto sigilo y cinismo, sobre fiscales y jueces para obtener de ellos una prolongación al infinito del cumplimiento de esa ley que compele a la desmonopolización y devolución a la comunidad política de ondas y señales del complejo radioeléctrico para que este se reparta de modo democrático y plural.
                                                                    Proyectos como el 0800 del Ministro de Educación de Macri tendientes a la delación, espionajes y escuchas que afectan a toda la comunidad política, por las cuales el alcalde porteño está procesado, formaciones tendientes a echar de modo violento a los desposeídos que duermen en los espacios públicos, recortes sensibles al presupuesto para educación y salud en la Ciudad de Buenos Aires, campañas políticas sucias dirigidas por el asesor de imagen Durán Barba para degastar la imagen de su adversario político Daniel Filmus, desinterés e incumplimiento de obligaciones contraidas contractualmente respecto de los subterráneos de Buenos Aires por el Gobierno de la Ciudad, dan ejemplo de un Estado instrumento para los negociados de los grandes grupos económicos, a quienes, en ejemplar medida, se les sustrae ahora el manejo de los fondos que provienen de los juicios correspondientes al Poder Judicial de la Nación para derivarlos al Banco de la Nación Argentina. Nada más justo porque como bien los señalara Carlos Heller es la Nación la que paga los sueldos y las jubilaciones de los jueces y no la Ciudad de Buenos Aires, cuyo gobierno y también el de su Banco destinaba y destina el grueso de sus depósitos a préstamos que son para esas grandes corporaciones del poder y del dinero y no para los fines fijados en su carta orgánica de prestar preferentemente al vecino de Buenos Aires.-
                                                             El Estado que propician los Monopolios es aquel del que abominara George Orwell en "1984", el que desnuda Foucault en "Vigilar y Castigar", pero ya en forma desfachatada, desembozada, abominablemente cínica en el peor sentido de esta palabra.-



Amílcar Luis Blanco

No hay comentarios:

Publicar un comentario