miércoles, 11 de julio de 2018

EL FINGIMIENTO CONSTANTE




Fermin Eguia


                                               Como en el fútbol o en cualquier otro juego o deporte en nuestra vida gregaria hay reglas, principios. En el caso de los juegos o deportes si no se respetan las reglas, los principios del juego, los jueces o árbitros penalizan las infracciones. Sin embargo todos sabemos que hay penales que no se cobran y otros que no lo son y se cobran y uno de los equipos pierde el partido por un penal mal cobrado. Los jueces suelen equivocarse, no son infalibles. En el caso de nuestras vidas en las que actuamos interactivamente unos con otros solemos cometer infracciones a los principios, incluso olvidarnos de ellos y también ser injustamente castigados por acciones o comportamientos que han sido mal interpretados. En el estado de "abierto e interpretado", al que se refiere Heidegger en "Ser y tiempo", en el que el mundo recibe nuestras existencias constantemente ("nuestra caída") mientras vivimos y en el que nuestro "ser ente" utilizable y utilizado nos manifiesta y se manifiesta entre los otros seres-ente y las cosas a las que servimos, los principios, las reglas, diluyen constantemente sus contenidos programáticos y sus significaciones profundas en un enmascaramiento procaz y frívolo. 
                                        En este marco, las luchas se convierten en juegos y se metamorfosean continuamente en la temporalidad. Se sumergen en el torrente de un tiempo de velocidades diferentes al que le confieren una dialéctica minuciosa y detallada en cada experiencia. No sólo la de ideas que luchan por prevalecer y conquistar un equilibrio que las comprenda y exprese en una realización histórica nueva, como explicara Hegel ( su idealismo dialéctico), no sólo la de clases que luchan por el poder para imponerse unas sobre otras como quiere el materialismo dialéctico e histórico de Carlos Marx, tampoco únicamente el mesianismo redentor que despoja de las finalidades de progreso alguno a la historia según la mirada de Walter Benjamín en su tesis sobre la filosofía de la historia, no, sino también como una permanente desrealización, enmascaramiento, fingimiento, ficcionalización de la realidad subjetivada sin tregua. Es decir que, aunque se tenga presente el proceso de totalización y destotalización de esas dialécticas, según la crítica de Sartre en su "Crítica de la razón dialéctica", aunque se contemple la desdivinización de la historia y el entronizamiento de la voluntad, que viene de Schopenhauer y de Nietzsche, todavía resta esta aceptación de la existencia como juego, en el que nuestro ser no sólo "vacila" en "su paso por un mundo interpretado" como agudamente señala Rainer María Rilke, sino que también se metamorfosea, se transforma hasta convertirse incluso en un insecto según la iluminada visión de Kafka.
                                                De modo entonces de vivir y vivirse en un fingimiento constante. Sobre una plataforma de actuaciones aceptadas por todos como una condición de posibilidad para que el juego siga. Porque el juego de nuestras vidas además no puede detenerse sino con la muerte individual, una salida definitiva por cierto. De modo también que los valores y virtudes guardados en los principios morales, éticos, se  metamorfosean con nosotros en una también constante evaporación o deposición, expulsión y olvido.

Amílcar Luis Blanco  (Pintura de Fermín Eguía)

1 comentario:

  1. puede detenerse sino con la muerte individual, una salida definitiva por cierto. De modo también que los valores y virtudes guardados en los principios morales, éticos, se metamorfosean
    bien expresado trae una ayuda positiva al llevarlo a la practica no al contrario ,
    un saludo.

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