lunes, 29 de julio de 2013

LOS ADVENEDIZOS CALÍGULAS Y/O LOS LILIPUTIENSES NERONES DE LA OPOSICIÓN.-







                                                              Los representantes de las facciones opositoras: Fernando Pino Solanas, Elisa Carrió, Alfonso Prat Gay, Victoria Donda, Mauricio Macri, Sergio Massa, Francisco De Narvaez, Darío Giustozi, etcétera, incluso los dirigentes de un radicalismo atomizado, son hoy calígulas advenedizos o nerones liliputienses.- Sus designios son individualistas y antojadizos en todos los casos ya que no les importa con quiénes están ni cuáles son sus programas, lo único que cuenta para ellos es la voluntad de poder, de posicionarse en algún lugar del poder político institucionalizado. En el caso de las primarias abiertas, solidarias y obligatorias del próximo 11 de agosto cuentan con llegar para poder postularse en octubre como senadores o diputados. No importa si quienes están con ellos formarán o no un grupo político coherente ni mucho menos los proyectos de leyes que tratarán de llevar a cabo.
                                                      Los que priman son sus veleidades y caprichos individualistas. Están lejos de pensar o ejercer la política como una militancia, de ceñirse a disciplinas partidarias y sumarse a equipos y proyectos.
                                             Hacen todo lo contrario de lo que se practica dentro del kirchnerismo  por ejemplo, o de lo que se estilaba cuando el radicalismo, el socialismo, la democracia progresista, eran verdaderas fuerzas con contenido popular, organización partidaria y plataforma programática que los expresaba y constituía una propuesta seria o más o menos consistente para un electorado que se informaba de un modo más plural y menos hegemónico. No conciben ni han concebido jamás a la política como un servicio solidario que se presta al prójimo con desinterés para generar resultados que alcancen a todos.
                                                       La política no es ni debería ser jamás un berenjenal de egocentrismos ni una feria de vanidades en los que cada uno aspira a desplegar sus manierismos, ambiciones personales y veleidades antojadizas para hacer crecer su poder individualmente. Es o debería ser más bien todo lo contrario; un voluntariado de servicio más parecido al que prestan los bomberos o las instituciones sin fines de lucro pero con la seguridad que pueda brindar una preparación específica y acorde a la función que se presta.
                                                           Quizás este diletantismo o solipsismo de hoy, de quienes pretenden ser dirigentes, muchos de ellos incluso sin ninguna preparación ni capacitación previa, sea el resultado de los largos años de oscuridad propiciados y mantenidos por las dictaduras militares inspiradas e incentivadas por una oligarquía omnipresente en el tiempo y el espacio geopolítico de nuestro país desde que los cabildantes de 1810 decidieran darse un gobierno propio. Clase ésta integrada por plutócratas o aristócratas que suelen servirse de los ambiciosos y usarlos en su beneficio, dicho sea de paso.
                                                             La ausencia de mínimas exigencias éticas para postularse como candidatos puede referir también a que, quienes abrigan designios de proteger prebendas y privilegios y mantenerse en ese poder real para pocos al que sólo ingresan las clases adineradas y prósperas, son devotos de la anti-política, ya que ellos, supuestamente, alardean de no necesitar de la actividad política y son partidarios de un Estado ausente o mínimo, que no los moleste cobrándoles impuestos o retenciones. Es decir, los pobres, desclasados, trabajadores, proletarios, cuentapropistas, monotributistas, pequeños y medianos empresarios, que encuentran y demandan gestión y acciones de sus representantes políticos necesitan de la política y de un Estado activo y vigilante que los proteja. Necesitan además y por eso mismo que la política sea una actividad seria, adscripta a cánones de ética, a organización y disciplina dentro de los partidos, a la formulación de plataformas y propuestas claras, comprometidas, debatibles y perfectibles, que los tengan en cuenta y defiendan cuando sus representantes lleguen al gobierno del Estado.-
                                                        En este sentido Kirchner, Cristina Fernández y sus senadores y diputados e igualmente sus ministros, desde el 2003 a la fecha, se han comportado con seriedad y ética. Han transformado, como gobierno y desde el Estado, una realidad oprobiosa, comparable al infierno en la terminología de Néstor Kirchner, en otra de inclusión social, distribución equitativa del ingreso, oportunidades de movilidad y ascenso social para todos, incluso para los terratenientes, industriales, productores y detentadores de la riqueza tradicional en la Argentina.
                                                       En resumen han practicado la política en serio, con ética y responsabilidad, y han respetado el sentido de bien común aristotélico en el que ésta consiste.
                                            Si los representantes de la oposición quieren tener mejores oportunidades en el futuro deberán aceptar que ellos también dependen y forman parte del Estado y ponerse a trabajar en serio en la política. Deberán dejar de lado sus vedetismos, ceñirse a la organización y la ética, aprender a respetar para respetarse y dejar de ser los pequeños calígulas patéticos, advenedizos y veleidosos, que sobre-actúan y pronuncian mensajes grandilocuentes para levantar sus individualidades y, en la gran cantidad de los casos, además de pretender servirse a sí mismos sirviendo a los poderosos, dejar de inducir a otros, ocultándoles o sesgándoles la información o directamente engañándolos, a que los sirvan. Como dijera Cristina Kirchner, sin hacer nombres, casi todos ellos están enfermos de importancia. Deberían curarse ejerciendo la humildad, la solidaridad, la responsabilidad y el respeto por la política, que es el respeto por sus semejantes, y darse cuenta de la seriedad que ésta conlleva. De otro modo fracasarán y nos harán fracasar si, por ventura, consiguen engañar a través de sus aliados, los monopolios mediáticos, que los usan y emplean, a un electorado cuyos integrantes necesitan respuestas reales y satisfactorias de una política ejercida con ética y responsabilidad.-


Amílcar Luis Blanco.-

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