El columnista televisivo médico Nelson
Castro padece el Sindrome de la
Hibridez y quienes accidental o habitualmente lo vemos y
escuchamos estamos muy preocupados. Mucho más que por el que él dice que
preocupa a los médicos de la presidenta y que ha dado en llamar Sindrome de
Hubris ¿Por qué? Bueno, porque el del columnista médico afecta el buen sentido
o el sentido común ya que un híbrido es alguien indefinido, infecundo o estéril
según la semántica griega. Es decir, aquel que deriva de dos opuestos, como la mula del caballo y la burra o de la yegua y el asno, sin posibilidad de reproducirse y que no tiene una posición tomada
propia y por consiguiente no contribuye a producir conclusiones en los demás,
en quienes somos sus oyentes pasivos; no echa luz, sentido o significado en
ningún discurso, en nada de lo que dice, o, peor aún, envenena y emponzoña de
tal modo y con tanta penetración todo lo que sale de su boca que sólo produce
en quien lo escucha el fruto del sinsentido, me refiero a las conclusiones
absurdas que llevan a la infecundidad o la esterilidad del juicio, al ser sin consecuencia de ser, en el que la mixtura, el mestizaje o la mistificación lo deja sin progenie.
De un columnista político se pretende y
espera claridad, que ordene y otorgue sentido a los hechos al interpretarlos,
que arroje luz sobre lo que ocurre para ayudar a entenderlo y razonarlo en
vistas a una finalidad, a estar en condiciones de orientar a partir de un
corolario, epílogo o conclusión valederos, nuestras conductas o comportamientos
como ciudadanos, ya que él habla de política. Se dirige siempre, habitualmente,
a la Señora Presidenta
y le da consejos y recomendaciones. Cabría preguntarse si, además del sindrome
de la hibridez no padece el sindrome de la megalomanía, de la importancia y la
grandilocuencia, ya que en sus discursos, la humildad, la contención, el
decoro, parecen brillar por su ausencia.
Además Nelson Castro suele quejarse, lo ha
hecho en varias oportunidades, de sentir miedo, de sentir que su libertad para
expresarse y decir lo que piensa está cercenada. En realidad parece ser que su miedo sería el de que quienes no
piensen como él y dirijan su atención hacia su discurso mediático puedan
desnudarlo, desvestirlo de sus imposturas, de los disfraces y máscaras que
utiliza para ocultar esa hibridez que esteriliza y nulifica sus comentarios ¿Será porque estos comentarios le son sugeridos por otros y el miedo provenga de que esos otros puedan dejarlo sin trabajo? No lo se. Y ya que la hibridez proviene del entrecruzamiento de dos diferentes especies, ¿podría considerarse acaso que sea el resultado del maridaje entre los titulares de los monopolios mediáticos y los periodistas desorientados o necesitados?
Alguna vez nuestra Presidenta dijo,
seguramente refiriéndose a Elisa Carrió aunque sin nombrarla, que hay quienes
están enfermos de importancia. Particularmente creo que quienes padecen el
sindrome de la hibridez desarrollan paralelamente, para encubrirlo, este
complejo de importancia que asume variadas personificaciones y perfiles,
multitud de disfraces y máscaras y cuyo único fin es disimular la verdad engastándola
en la mentira, no para que la verdad luzca sino más bien para opacarla y
eclipsarla.
Así, la agudeza e inteligencia de nuestra
Presidenta, una estadista de fuste, con intensa luz propia, que ha sido y es
madre y esposa de hijos militantes y leales y de un hombre brillante y jugado
como fue Néstor Kirchner, es envuelta en el halo de una supuesta patología,
para encubrir y ocultar la potencia fecunda y transformadora de su genio político.-
Pienso que la mayoría de las veces los sindromes que suelen afectar a ciertos columnistas políticos de quienes Nelson Castro sólo sería un ejemplo, son los del camaleón o de la hipocresía, que los disfraza, los viste o enmascara, con sus obvios consentimientos, para hacerlos pasar inadvertidos en un universo mediático que tiene muy pocos dueños y que esos dueños son como los predadores más peligrosos en el hábitat humano que es la comunidad política y que, si los vieran distintos, con identidades propias, los devorarían invisibilizándolos o tornándolos inaudibles.
Amílcar Luis Blanco.
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