"La
Legislatura porteña aprobó ayer una ley del macrismo que
faculta a la
Agencia Gubernamental de Ingresos Públicos (AGIP) a denunciar
a contribuyentes que fueran considerados como evasores fiscales o tributarios
ante la justicia penal y así constituir una causa que podría incluir la pena de
prisión."
Esta es una noticia del día ubicable en la red.
Mauricio Macri, Jefe de
Gobierno de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, envió al parlamento estadual, la
referida ley para sancionar con penas privativas de libertad a los deudores de
tasas que no cumplan con sus obligaciones hacia el erario público.
La iniciativa del
principal responsable ejecutivo de nuestro distrito federal me trajo a la
memoria un pasaje de la obra de Albert Camus, "Calígula", además de
la obvia e inescapable evocación de épocas que precedieron al medioevo y a la
vigencia del Derecho Romano anterior a la República en la que los acreedores tenían el
derecho de vida y muerte sobre su deudor, podían despedazarlo y arrojarlo en
trozos al río Tiber, lo que más llama la atención del conductor del PRO es su
falta de percepción de los problemas económicos de la gente no rica. El pasaje:
"Quereas.--(Sin
inmutarse) ¿Conocéis la frase favorita de Calígula? ... "Después de una
ejecución, bosteza y dice con seriedad: "Lo que más admiro es mi
insensibilidad" ".- (Acto IV, Escena IV).-
Es increíble que se pueda
propiciar en el siglo XXI, más problemático y febril todavía que el XX, la
prisión por deudas, en un contexto en el que el Gobierno Nacional, con Cristina
Fernández de Kirchner, trata de solucionar los problemas de la gente
mediante la inclusión social y la equidad en la distribución de la riqueza, es
de difícil comprensión que exista un responsable ejecutivo de la administración
poseído por caprichos antojadizos, veleidosos, desubicados, procesado por
escuchas ilegales, que pretenda meter en prisión a la gente por pobreza.
En la lógica,
indudablemente alterada desde el punto de vista psíquico, de este líder de
derecha los problemas de escasez de medios económicos que determina que alguien
no pueda pagar sus deudas se solucionarían encarcelándolo. Tendríamos así las
cárceles repletas de hombres y mujeres privados de su libertad por deudas que,
obviamente, reincidirían o, tal vez, saldrían a robar para recaer nuevamente en
las mazmorras del sistema ideado por Macri ¿ No hace pensar este hombre en ese
Calígula, loco de remate?
¿Acaso no se trata del
mismo personaje que a la gente en situación de calle que pululaba por las
plazas, parques y sitios públicos de la ciudad la echaba a palos con un
organismo tristemente célebre que había creado, el mismo que dotó a la policía
de la ciudad de pistolas que descargan electricidad sobre quienes son
alcanzados por sus rayos, los paralizan y aún pueden provocarles paros
cardíacos, el mismo que espiaba clandestinamente a los ciudadanos mediante
escuchas telefónicas, el mismo que, asociado a Durán Barba, para derrotar a su
oponente Daniel Filmus, llamaba a los votantes contándoles una mentida historia
sobre el padre de éste último?
Las analogías con aquél
personaje tiránico y megalómano deberían hacer pensar a quienes encumbran con
su voto a los candidatos de su entorno y a él mismo, hacerlos considerar si no
actúan un poco como aquel aterrado patriciado romano que rodeaba a Calígula,
porque asentir lo que hacía, seguirle la corriente, era la cómoda actitud de
evitar el compromiso consigo mismos y con el destino de sus vidas y hasta la de
sus descendientes.
Amílcar Luis Blanco
(Fotografía de Malcolm McDowall personificando a Calígula en la película
de Tinto Brass)