lunes, 31 de marzo de 2014

LA HEGEMONÍA DEL MIEDO.- (Vuelvo a publicar este artículo que ya publicara el 13/03/2011 en mi blog "Las sílabas contadas" porque estimo que su asunto sigue vigente.




La más pérfida hegemonía, y este país lo sabe, cada una de sus cabezas lo ha sabido y cada uno de sus corazones sentido, es la del miedo. Miedo a no ser, a no poder seguir siendo, incluso físicamente, si partimos de los treinta mil desaparecidos que dejaron su irredimible huella, su hueco, su vacío, a manos de la más siniestra confabulación genocida de civiles y militares llenos de odio por talar y segar a quienes lucharon por la justicia económica, política, social, humana en resumen. Miedo a perder otra vez el futuro y retroceder a ese pasado de agresivas y destructivas privaciones propiciadas por esa clase de gente. Que vuelva ese pasado  sin futuro, oscuro y opresivo, esclerosante, para la mayor cantidad y calidad de gente, limitándonos los más a ser espectadores de los menos, que son los que más tienen y menos dan, los únicos que pueden hacer y hacen casi todo lo que quieren. Los que han llegado a una posición de solvencia social y económica que les permite ser y ejercer la libertad de la indiferencia.-
Estas reflexiones me las ha sugerido la lectura del artículo de Beatriz Sarlo, publicado en “La Nación” del  12 de marzo de 2011, que habla de la hegemonía de una cultura kirchnerista que ella, naturalmente, denosta y deplora.- La juzga fundada en la creencia, actitud ésta primitiva y elemental que perjudicaría las facultades críticas de quienes adhieren fervorosamente al “Nunca menos”, especie de sentimiento dique, de represa emocional, instintiva que, formulada en una canción, llama a no retroceder en las conquistas obtenidas acerca de los derechos humanos, la distribución equitativa del ingreso, la inclusión social y la exaltación del sentimiento de amor y solidaridad a través de realizaciones dirigidas puntualmente a los desposeídos. Semejante manifestación de crecimiento y vuelta de tuerca que permite despegar del miedo, la ignorancia, la imbecilidad, el lavado de cerebros propiciado por la prensa hegemónica, siempre al servicio de los intereses de grupos monopólicos que cautivan el mercado y nos reducen a meros consumidores pasivos de lo que producen, le parece a Sarlo un síntoma de esclerosamiento y autoritarismo cultural. Ella ve las cosas al revés de cómo las veo yo y las ven muchos como yo.
Cita a Gramsci y diferencia entre hegemonías culturas auténticas y democráticas, horizontales, no propiciadas desde arriba, desde el poder, como sería para ella este “Nunca menos” de los Kirchner que tendría así la marca de lo autoritario, de lo que va de arriba hacia abajo. Ante todo debería reparar que esta manifestación es espontánea, surge de los jóvenes y no de alguna oscura directiva del Poder Ejecutivo gobernante. Debería tener en cuenta o advertir que se trata de, como en los coros o cánticos que emanan de las muchedumbres,  un fervor, un sentimiento popular,  una respuesta o repulsión a aquélla otra negra hegemonía, la del miedo.
También no estaría de mas que tomase en consideración que las burguesías liberales, capitalistas, hace ya por lo menos dos siglos que vienen practicando, además de la violencia, el prepo, la tortura y la muerte, cuando estos medios les fallan, la hipocresía y la mentira para defender, a capa y espada, con argumentos vergonzantes sus riquezas exageradas y asimétricas con la sociedad trabajadora que las crea y las produce y, que éste combo cultural, bastantes veces hegemónico, es una burda patraña artificial, envejecida y maloliente que ya nadie tolera porque la temperatura de la verdad o realidad que pretende ocultar o cubrir es tan alta que todas las creaciones de sus teorías efímeras, vacías y frívolas, se funden y derriten como le ocurriría a un témpano dentro de un alto horno. Señora Sarlo, la pobreza arde y quema, la exclusión social levanta todavía más esta temperatura de intemperie y arremete incluso contra el miedo paralizante que antes tuvo bayonetas, torturas y encierros y hoy tiene timoratos, serviles y lamentables abogados que tiritan de miedo pánico y tratan de apaciguar al poder.

Una canción, una creencia, la de que no debemos retroceder en las conquistas obtenidas, es también una convicción cultural. El estado de bienestar no lo obtendrá la humanidad quedándose de brazos cruzados. La polución ambiental, la contaminación de los mares y los ríos, talas de bosques, pruebas nucleares, no se terminarán dejando que las fuerzas del mercado libremente hagan lo que quieran en medio de una comunidad acrática y dependiente de sus veleidades. Será necesario un estado jurídico político que se ocupe de gestar acciones inteligentes y solidarias y las lleve adelante sin tener como metas únicas la ganancia y el lucro. Será necesario que el desinterés y la inteligencia guíen de una vez por todas el destino de la humanidad.-

Amilcar Luis Blanco  (Pintura de Ariel Gulluni)

domingo, 23 de marzo de 2014

LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN SENTIDO PROPIO.- SU CONVIVENCIA CON LA LIBERTAD DE EMPRESA.-




Libertad de expresión en sentido propio, perspicuo, implica separar ese ejercicio de ciudadanía militante con la práctica de la libertad de empresa. Son dos fenómenos sociales distintos. Uno comunicacional, deber del periodista y derecho de quienes consumimos la información a conocer la verdad y expresarla, interpretándola, dando una opinión o parecer sobre ella; la otra, la práctica de la libertad de empresa, de contenido económico en un medio competitivo al que concurren otros propietarios de medios de comunicación que exige, para atraer y mantener clientelas de avisadores, una cierta afinidad ideológica que se expresa en la línea editorial.
La pregunta del millón es cómo asegurar en un marco normativo de equidad la convivencia de ambos fenómenos sociales ¿Es necesario, como paso previo a darnos una respuesta, categorizarlos, es decir establecer cuál de esos dos fenómenos sociales debe ceder o inclinarse ante el otro o basta con considerarlos iguales en cuanto a su trascendencia e importancia en la interacción social? 
Por lo pronto he destacado como elemento común a ambas libertades o derechos, el de empresa y el de opinión, el carácter social que ambos revisten o implican. El cómo del ejercicio contemporáneo de ambos debe resolverse en la política y cifrarse o formularse jurídicamente en una ley.
Desde mi punto de vista ambos derechos son igualmente importantes en un marco de estado de derecho democrático republicano y es necesario que convivan sin destruirse y sin generar conductas hipócritas o cínicas en sus agentes, es decir los periodistas y los empresarios.
Desde este punto de vista tan injusto es que se separe a un periodista porque su opinión no coincide con la linea editorial que maneja el empresario como que éste último sea obligado a perder rentabilidad o avisadores por tener que abdicar de su posición política. Ni lo uno ni lo otro.
Una ley especial debería contemplar las dos problemáticas. Cuando se plantease una colisión entre el parecer del periodista y el del dueño del medio, éste último podría y debería dejar a salvo su opinión bajo su firma a renglón seguido del artículo o la columna del disidente. Y, por supuesto, el dueño de un medio nunca, jamás, estaría obligado a emplear jornalistas que no estén en su corriente de pensamiento, pero si estos últimos, ya empleados por él porque hubiesen coincidido al momento de ingresar a la empresa, variasen después sus formas de encarar o interpretar los hechos, nunca, jamás, tampoco, deberían tener los dueños de los medios el poder o la facultad omnímoda de despedirlos y, aún, si disfrazasen las motivaciones para el cese con pretextos o excusas y se demostrase que son tales, deberían estar obligados a mantenerlos en sus puestos. Pero la infracción a tales exigencias jurídicas por parte de los amos mediáticos deberían conllevar sanciones no únicamente económicas u obligacionales desde la perspectiva del derecho laboral y civil sino también desde el punto de vista penal.
En estas sugerencias tengo en cuenta como valor primero el del trabajo que implica una retribución económica digna para el trabajador de prensa que se gana la vida con  esta labor de informar y opinar. No hay nada peor que sujetar a alguien por su estómago, condenarlo al ostracismo o al hambre por lo que opina, explotarlo en una palabra. Este es el chantaje más inhumano y el que más daño hace. El que ejercen los monopolios y oligopolios mediaticos cuyas víctimas directas son los periodistas e indirectamente los lectores, oyentes o televidentes.
Se hace necesario legislar en esta materia. Sancionar una ley que regule prolijamente, con toda la casuistica del caso, el ejercicio de la libertad de información y expresión y su compatibilización con la libertad de empresa. Los empresarios que quieran obtener sus rentabilidades creando y manteniendo medios de información de todo tipo deben saber y tener en cuenta que no están vendiendo productos materiales consumibles, están mercando y lucrando nada menos que con informaciones y opiniones sobre los hechos de la realidad.- No deben poder mentir, no deben poder sesgar ni tergiversar los hechos, no deben poder impedirle a nadie, basados en su poder económico que es a la vez político y social, que piense y opine e interprete los hechos como le parezca. Y si lo hacen deben ser sancionados. Hay que erradicar la viciosa práctica de la mentira, la tergiversación y la difamación en el quehacer informativo porque semejante hábito constante envenena las subjetividades de quienes son destinatarios de esa información.
En esta materia no basta con un enunciado constitucional genérico y vacío, hay que explayarlo en la realidad socio política interactiva y despegarlo de la mera explotación económica formulándolo juridicamente. Los seres humanos, hombres y mujeres, debemos poder ejercer nuestras libertades, sobre todo la de expresarnos e informarnos, con todas las garantías jurídicas posibles. Los capitalistas dueños de los medios que hacen negocios con esas informaciones y expresiones deben no sólo aprender a respetarlas sino estar obligados a hacerlo.
De la multiplicidad y pluralidad de opiniones nace la verdadera democracia que está en estado de ebullición y conflicto permanente. La verdadera libertad está expresada por el pueblo en un estado de asamblea permanente y los medios deben reflejar con total respeto este debate constante de las ideas, los pareceres y las interpretaciones sobre los hechos que suceden en el seno de la comunidad política.
El capitalismo sesga constantemente esta naturaleza conflictiva de la realidad social y ello ocurre porque sus agentes, abroquelados en las corporaciones económicas que captan y concentran la riqueza, manipulan de modo incesante, con la amenaza de la carencia económica y el desempleo, las subjetividades de los periodistas que trabajan en sus medios y, a través de esa manipulación, la del conglomerado popular que interactúa y convive en esa realidad.
Una regulación normativa debería contribuir al sinceramiento de quienes modelan y formatean lo que se denomina "opinión pública" que deberían manifestar en nombre de qué intereses opinan, hablar claro, sin rodeos, porque podemos o no estar de acuerdo con ellos y tenemos todo el derecho de saber a qué atenernos.- Basta de mentiras y de impunidad para quienes nos mienten si lo hacen desde un medio de comunicación.- 

Amilcar Luis Blanco  ("La libertad guiando al pueblo" pintura de Eugéne Delacroix)