Mucho tiene que ver esta fobia, esta anatematización en contra del peronismo, históricamente sostenida por nuestra burguesía nacional, por nuestra oligarquía vernácula, que Jorge Abelardo Ramos caracterizara como "terrateniente, parasitaria y rentística" y Domingo Faustino Sarmiento como "civilización", con nuestra postergación como sociedad y como pueblo. Hoy habría que agregar a los monopolios hegemónicos multimediáticos que defienden a las corporaciones nacionales y multinacionales del poder y del dinero, que son sus avisadores y dadores de publicidad, como formando parte de estas clases privilegiadas y prebendarias que disfrutan del mas alto porcentaje del ingreso nacional.- En suma, el gorilaje.
Se las llamó "gorilas" cuando quebró el peronismo, mas o menos a partir de 1955 en adelante. Y estos gorilas tuvieron descendencia no solamente genética sino también clasista. Los prejuicios de rechazo al negro, al descamisado, al grasita, al trabajador procedente del interior que se agremiaba o sindicalizaba a la luz y el impulso de los primeros decretos que sancionara y promulgara el nuevo Secretario de Trabajo y Previsión del Gobierno de Edelmiro J. Farrell, Coronél Juan Domingo Perón, se trasladaron a la clase media argentina: al empleado de banco o de comercio categorizado, a los profesionales médicos, abogados, ingenieros, a las maestras y los profesores, a los pequeños y medianos comerciantes y sus familias y terminaron por configurar una idiosincracia impermeable, sorda y ciega, en la gran mayoría de ellos, al reconocimiento palpable y consciente de los beneficios y ventajas de las conquistas sociales que reinvindicaron y satisficieron las profundas y elementales necesidades de la inmensa masa de trabajadores, parias y marginados, que como los indios en montoneras y los gauchos y antes los esclavos negros, zambos, mulatos y mestizos, venían sufriendo su exclusión; estos últimos explotados por las mitas, los yanaconazgos y las encomiendas desde el origen mismo de la conquista y el coloniaje, o sea desde finales del siglo XV y el siglo XVI en adelante.
Ese reconocimiento que debió haber avispado o avivado a nuestra clase media haciéndole ver que "mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar", frase recurrente en los discursos de Perón ,que el líder había sacado de sus lecturas de las "Vidas paralelas" de Plutarco y que en los estamentos más altos de nuestra burguesía, quienes por los años 20 y 30 del siglo pasado formaban parte de los cenáculos de Victoria Ocampo, tuvo muchísimo que ver en significación y sentido con otra que se le escuchó a José Ortega y Gasett, el filósofo español que visitó nuestro país invitado por la directora de "Sur", cuando dijo "Argentinos, a las cosas".-
Porque nuestra burguesía acomodada, su intelectualidad, viajaba asiduamente a París hasta con vaca y todo para tirar manteca al techo.- Nuestra política extranjerizante y entreguista - la del Pacto Roca - Runciman de 1933 - se ufanaba a través de su dirigencia, surgida del mal llamado "fraude patriótico" en la bien denominada "década infame", de ser una estrella más del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, del British Conmonwealth of Nations, es decir, junto a Canadá y Australia, los titulares de entonces de nuestro Gobierno estaban orgullosos de considerarse europeos y particularmente británicos.
La expresión "gorila", "gorilaje", como sinónimo de antiperonista surge como algo frívolo, de un divertimento, un programa radial porteño de humor de aquélla época, año 1955, llamado "La revista dislocada" para referirse a quienes mantenían reuniones secretas y conspiraban contra el gobierno de Perón.- Lo inventan los que quieren reírse de la gravedad y el peligro de un momento histórico del que no quieren participar tomando partido, responsabilizándose. Tiene mucho que ver con los advenedizos.- El ser advenedizo es un rasgo típico del argentino medio, se emparenta con su desarraigo, su amor por lo europeo y lo estadounidense; un cholulismo al uso y un "después de mi el diluvio" o el famoso "no te metás".
Se trata así, en el caso del gorilismo o antiperonismo, de un fundamentalismo edificado sobre la arena movediza de una subjetividad veleidosa, inmadura y constantemente reacia al compromiso que a lo que no renuncia nunca es a su labilidad. El espíritu contreras de una clase media huidiza, miedosa, pusilánime, que vive mirando, además, hacia los estamentos más altos del dinero y el poder para mimetizarse con sus representantes, para sentirse distinta y distinguida, para dejar de ser lo que es y ser otra cosa. El mozo que es mal mozo porque eso no es lo de él, o el chofer, o el dependiente, que reniegan asimismo de cumplir cabalmente sus quehaceres porque están mirando más allá de ellos.
Lamentablemente ese intento de mirar más allá es en realidad una simulación para no ir más allá, para quedarse donde están y no trasponer jamás sus limitaciones. Se sienten más cómodos si nada se mueve, si nada se transforma. Quienes gozan de una vida fácil, o por lo menos de abundancia, tienen razón para ser conservadores porque tienen qué perder y por eso se oponen a las transformaciones o cambios sociales que los obligan a resignar algo de lo que tienen. Los que, en cambio, sin padecer necesidades extremas deben hacer equilibrios para sobrevivir - la clase media -, son esclavos de ese fundamentalismo antiperonista, antipopulista, cuyos cimientos, como arenas movedizas, son los prejuicios insuflados por la clase alta, su ser advenedizos, volubles, pusilánimes e irresolutos.-
Amilcar Luis Blanco
La expresión "gorila", "gorilaje", como sinónimo de antiperonista surge como algo frívolo, de un divertimento, un programa radial porteño de humor de aquélla época, año 1955, llamado "La revista dislocada" para referirse a quienes mantenían reuniones secretas y conspiraban contra el gobierno de Perón.- Lo inventan los que quieren reírse de la gravedad y el peligro de un momento histórico del que no quieren participar tomando partido, responsabilizándose. Tiene mucho que ver con los advenedizos.- El ser advenedizo es un rasgo típico del argentino medio, se emparenta con su desarraigo, su amor por lo europeo y lo estadounidense; un cholulismo al uso y un "después de mi el diluvio" o el famoso "no te metás".
Se trata así, en el caso del gorilismo o antiperonismo, de un fundamentalismo edificado sobre la arena movediza de una subjetividad veleidosa, inmadura y constantemente reacia al compromiso que a lo que no renuncia nunca es a su labilidad. El espíritu contreras de una clase media huidiza, miedosa, pusilánime, que vive mirando, además, hacia los estamentos más altos del dinero y el poder para mimetizarse con sus representantes, para sentirse distinta y distinguida, para dejar de ser lo que es y ser otra cosa. El mozo que es mal mozo porque eso no es lo de él, o el chofer, o el dependiente, que reniegan asimismo de cumplir cabalmente sus quehaceres porque están mirando más allá de ellos.
Lamentablemente ese intento de mirar más allá es en realidad una simulación para no ir más allá, para quedarse donde están y no trasponer jamás sus limitaciones. Se sienten más cómodos si nada se mueve, si nada se transforma. Quienes gozan de una vida fácil, o por lo menos de abundancia, tienen razón para ser conservadores porque tienen qué perder y por eso se oponen a las transformaciones o cambios sociales que los obligan a resignar algo de lo que tienen. Los que, en cambio, sin padecer necesidades extremas deben hacer equilibrios para sobrevivir - la clase media -, son esclavos de ese fundamentalismo antiperonista, antipopulista, cuyos cimientos, como arenas movedizas, son los prejuicios insuflados por la clase alta, su ser advenedizos, volubles, pusilánimes e irresolutos.-
Amilcar Luis Blanco