Los representantes de las facciones
opositoras: Fernando Pino Solanas, Elisa Carrió, Alfonso Prat Gay, Victoria Donda,
Mauricio Macri, Sergio Massa, Francisco De Narvaez, Darío Giustozi, etcétera, incluso los dirigentes de
un radicalismo atomizado, son hoy calígulas advenedizos o nerones
liliputienses.- Sus designios son individualistas y antojadizos en todos los casos ya que no les importa con quiénes están ni cuáles son sus programas, lo único que cuenta para
ellos es la voluntad de poder, de posicionarse en algún lugar del poder político
institucionalizado. En el caso de las primarias abiertas, solidarias y
obligatorias del próximo 11 de agosto cuentan con llegar para poder postularse
en octubre como senadores o diputados. No importa si quienes están con ellos
formarán o no un grupo político coherente ni mucho menos los proyectos de leyes
que tratarán de llevar a cabo.
Los que priman son sus veleidades y
caprichos individualistas. Están lejos de pensar o ejercer la política como una
militancia, de ceñirse a disciplinas partidarias y sumarse a equipos y
proyectos.
Hacen todo lo contrario de lo que se
practica dentro del kirchnerismo por ejemplo, o de lo que se estilaba
cuando el radicalismo, el socialismo, la democracia progresista, eran
verdaderas fuerzas con contenido popular, organización partidaria y plataforma
programática que los expresaba y constituía una propuesta seria o más o menos
consistente para un electorado que se informaba de un modo más plural y menos hegemónico. No conciben ni han concebido jamás a la política
como un servicio solidario que se presta al prójimo con desinterés para generar
resultados que alcancen a todos.
La política no es ni debería ser jamás un berenjenal de egocentrismos ni una feria de vanidades en los que cada uno aspira a desplegar sus manierismos, ambiciones personales y veleidades antojadizas para hacer crecer su poder individualmente. Es o debería ser más bien todo lo contrario; un voluntariado de servicio más parecido al que prestan los bomberos o las instituciones sin fines de lucro pero con la seguridad que pueda brindar una preparación específica y acorde a la función que se presta.
Quizás este diletantismo o solipsismo de
hoy, de quienes pretenden ser dirigentes, muchos de ellos incluso sin ninguna preparación ni capacitación previa, sea el resultado de los largos años de oscuridad propiciados y mantenidos
por las dictaduras militares inspiradas e incentivadas por una oligarquía
omnipresente en el tiempo y el espacio geopolítico de nuestro país desde que
los cabildantes de 1810 decidieran darse un gobierno propio. Clase ésta integrada por plutócratas o aristócratas que suelen servirse de los ambiciosos y usarlos en su beneficio, dicho sea de paso.
La ausencia de mínimas exigencias éticas
para postularse como candidatos puede referir también a que, quienes abrigan
designios de proteger prebendas y privilegios y mantenerse en ese poder real
para pocos al que sólo ingresan las clases adineradas y prósperas, son devotos
de la anti-política, ya que ellos, supuestamente, alardean de no necesitar de la actividad política y son partidarios de un Estado ausente o mínimo, que no los moleste cobrándoles impuestos o retenciones. Es decir, los pobres, desclasados, trabajadores,
proletarios, cuentapropistas, monotributistas, pequeños y medianos empresarios, que encuentran y demandan gestión y acciones de sus representantes políticos
necesitan de la política y de un Estado activo y vigilante que los proteja. Necesitan además y por eso mismo que la política sea una actividad
seria, adscripta a cánones de ética, a organización y disciplina dentro de los
partidos, a la formulación de plataformas y propuestas claras, comprometidas, debatibles y perfectibles, que los tengan en cuenta y defiendan cuando sus representantes lleguen al gobierno del Estado.-
En este sentido Kirchner, Cristina
Fernández y sus senadores y diputados e igualmente sus ministros, desde el 2003 a la fecha, se han
comportado con seriedad y ética. Han transformado, como gobierno y desde el Estado, una realidad oprobiosa,
comparable al infierno en la terminología de Néstor Kirchner, en otra de
inclusión social, distribución equitativa del ingreso, oportunidades de
movilidad y ascenso social para todos, incluso para los terratenientes,
industriales, productores y detentadores de la riqueza tradicional en la Argentina.
En resumen han practicado la política en
serio, con ética y responsabilidad, y han respetado el sentido de bien común aristotélico en el
que ésta consiste.
Si los representantes de la oposición
quieren tener mejores oportunidades en el futuro deberán aceptar que ellos también dependen y forman parte del Estado y ponerse a trabajar en
serio en la política. Deberán dejar de lado sus vedetismos, ceñirse a la
organización y la ética, aprender a respetar para respetarse y dejar de ser los
pequeños calígulas patéticos, advenedizos y veleidosos, que sobre-actúan y
pronuncian mensajes grandilocuentes para levantar sus individualidades y, en la gran cantidad de los casos, además de pretender servirse a sí mismos sirviendo a los poderosos, dejar de inducir a otros, ocultándoles o sesgándoles la información o directamente engañándolos, a que los sirvan. Como
dijera Cristina Kirchner, sin hacer nombres, casi todos ellos están enfermos de
importancia. Deberían curarse ejerciendo la humildad, la solidaridad, la
responsabilidad y el respeto por la política, que es el respeto por sus semejantes, y darse cuenta de la seriedad que ésta
conlleva. De otro modo fracasarán y nos harán fracasar si, por ventura,
consiguen engañar a través de sus aliados, los monopolios mediáticos, que los
usan y emplean, a un electorado cuyos integrantes necesitan respuestas reales y satisfactorias de una política ejercida con ética y responsabilidad.-
Amílcar Luis Blanco.-