lunes, 18 de noviembre de 2013

LA INFLACIÓN CAPITALISTA






El capitalismo produce inflación, sobre todo en países en vías de desarrollo, porque los precios de los productos exportables que se comercializan en los mercados externos y en el mercado interno tienden a igualarse expresados en moneda de cambio internacional, como el dolar. No hay así otro remedio, si se quiere seguir conservando el nivel de actividad, esto es de inversión y producción, que procurar achicar la brecha existente entre los precios relativos en ambos mercados. Para ello las medidas que se adopten deben tender, por un lado a proteger al productor local asegurándole la colocación de sus materias primas o manufacturas a precios rentables y, por otro, a cuidar al consumidor y su poder de compra manteniendo los salarios y las jubilaciones adecuados al costo de vida.
Es menester entonces que la producción local exportable se atenga a un tipo de cambio regulado. Es decir que las divisas que ingresan al país por las ventas en el mercado externo tiendan a permanecer en el circuito financiero del país utilizándose para el pago de costos e insumos al tipo de cambio oficial, con lo cual quien produce se lleva un saldo positivo razonable al minimizar sus costos y quien consume se beneficia con un precio para el que su salario alcanza. El llamado dolar blue o dolar negro debería desaparecer de la economía, penalizándose severamente la compra y la venta de esa moneda extranjera con una cotización que no es la adecuada, porque ese dolar únicamente favorece al especulador y a la especulación, además de estimular el gasto suntuario y la fuga constante de divisas ¿Cómo lograrlo? Esa es la pregunta. Difícil de responderse en forma enunciativa y más difícil todavía de concretarse en hechos que lleven a una nueva praxis económica sistemática que mejore el conjunto de la economía. 
Las medidas serían muchas y se relacionarían unas con otras hasta formar un sistema. Evitar que los precios externos expresados en dólares se trasladen a los precios internos expresados en esa misma moneda, y a un tipo de cambio especulativo, debe lograrse no sólo penalizándose su comercialización fuera del circuito oficial, sino consiguiendo captar la divisa a través de una intervención estatal en el mercado de exportación e importación. Perón y Mercante habían creado el IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio), institución a través de la cual el Estado adquiría granos, aceites y carnes, pagándoselos a los productores a un precio digno y sostenido y los vendía en el mercado externo captando la tan ansiada divisa y utilizando las diferencias o ganancias obtenidas en el cambio, a través del Banco de Desarrollo Industrial, para promover este rubro económico que produce bienes con alto valor agregado. No se me escapa que hoy el panorama es más complejo y que, en orden a la idea de rearmar al país industrial y tecnológicamente, favoreciéndose la matriz exportadora de productos de valor agregado e incluso de tecnologías de punta, las diferencias en las ganancias de divisas deben orientarse a favorecer a este tipo de industrias y, paralelamente, lo que Perón también hizo en su momento, a invertir en obras de infraestructura pública, pero lo cierto es que, además de defender el modelo, se procuraría evitar así el inútil dispendio de divisas.
Otra medida que parecería adecuada sería la de controlar a los megamercados que integran carteles de comercialización e imponen los precios que quieren al consumidor y pagan a sus proveedores tarde, mal y nunca. Aquí debe aplicarse a rajatablas las leyes que reprimen el monopolio, imponer severas multas, allanar establecimientos y depósitos y decomisar mercaderías de ser preciso.-
Debe también impedirse que vastos porcentajes de ganancias de estos megamercados y de otros establecimientos industriales se giren como utilidades a los accionistas extranjeros. Estas rentabilidades fugan para nunca más volver. Hay que legislar en la materia imponiéndosele a estas filiales la obligación de invertir un importante porcentaje de estos dividendos aquí en el país dando trabajo y produciendo más.-
Sobre todo tenerse en cuenta que son esos formadores de precios quienes avivan la inflación y lo hacen siempre en procura de maximizar ganancias y, con ese propósito, desbarajustan constantemente los equilibrios logrados en el mercado a fuerza de aplicar políticas virtuosas para ganar ellos a la corta o a la larga. Si no se los disciplina son capaces de derrumbar cualquier gobierno y cualquier progreso que en el orden de la inclusión social y la distribución equitativa de la riqueza se haya logrado.

Amílcar Luis Blanco